martes, 20 de abril de 2010

PARABOLA DEL BUEN SAMARITANO

Y respondiendo Jesús, dijo: Un hombre descendía de Jerusalem á Jericó, y cayó en manos de ladrones, los cuales le despojaron; é hiriéndole, se fueron, dejándole medio muerto.

Y aconteció, que descendió un sacerdote por aquel camino, y viéndole, se pasó de un lado.
Y asimismo un Levita, llegando cerca de aquel lugar, y viéndole, se pasó de un lado.
Mas un Samaritano que transitaba, viniendo cerca de él, y viéndole, fué movido á misericordia.

Y llegándose, vendó sus heridas, echándo les aceite y vino; y poniéndole sobre su cabalgadura, llevóle al mesón, y cuidó de él.

Y otro día al partir, sacó dos denarios, y diólos al huésped, y le dijo: Cuídamele; y todo lo que de más gastares, yo cuando vuelva te lo pagaré.

¿Quién, pues, de estos tres te parece que fué el prójimo de aquél que cayó en manos de los ladrónes?
Y él dijo: El que usó con él de misericordia. Entonces Jesús le dijo: Ve, y haz tú lo mismo.

Esta parábola es narrada por Jesús a fin de ilustrar que la caridad y la misericordia son las virtudes que guiarán a los hombres a la piedad y la santidad.
Enseña también que cumplir el espíritu de la ley, el amor, es mucho más importante que cumplir la letra de la ley.
Jesús, mediante esta parábola muestra que la fe debe manifestarse a través de las obras, revolucionando el concepto de fe en la vida religiosa judía

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