lunes, 28 de marzo de 2011

La curación del Ciego

Juan 9, 1-41
Al pasar, vio a un hombre ciego de nacimiento.  Sus discípulos le preguntaron: "Maestro, ¿quién ha pecado, él o sus padres, para que haya nacido ciego?". "Ni él ni sus padres han pecado, respondió Jesús; nació así para que se manifiesten en él las obras de Dios.  Debemos trabajar en las obras de aquel que me envió, mientras es de día; llega la noche, cuando nadie puede trabajar.  Mientras estoy en el mundo, soy la luz del mundo".



En aquel tiempo Jesús vio al pasar a un hombre ciego de nacimiento, escupió en tierra, hizo barro con la saliva, y untó con el barro los ojos del ciego y le dijo: 

«Vete, lávate en la piscina de Siloé» (que quiere decir Enviado). 
Él fue, se lavó y volvió ya viendo. 
Los vecinos y los que solían verle antes, pues era mendigo, decían: 
«¿No es éste el que se sentaba para mendigar?» 
Unos decían: 
«Es él». «No, decían otros, sino que es uno que se le parece». 
Pero él decía: 
«Soy yo». 
Lo llevan donde los fariseos al que antes era ciego. 
Pero era sábado el día en que Jesús hizo barro y le abrió los ojos.
Los fariseos a su vez le preguntaron cómo había recobrado la vista. Él les dijo: «Me puso barro sobre los ojos, me lavé y veo».
Algunos fariseos decían: «Este hombre no viene de Dios, porque no guarda el sábado». 
Otros decían: «Pero, ¿cómo puede un pecador realizar semejantes señales?» 
Y había disensión entre ellos. 
Entonces le dicen otra vez al ciego:
«¿Y tú qué dices de él, ya que te ha abierto los ojos?»
Él respondió: 
«Que es un profeta». 
Y dijo Jesús: 
«Para un juicio he venido a este mundo: para que los que no ven, vean; y los que ven, se vuelvan ciegos». 
Algunos fariseos que estaban con él oyeron esto y le dijeron: 
«Es que también nosotros somos ciegos?» 
Jesús les respondió: 
Si fuerais ciegos, no tendríais pecado; pero, como decís: 
"Vemos" vuestro pecado permanece».


Reflexión:


Cristo es la luz del mundo. No es el nombre de ninguna secta. Se trata de la luz verdadera que iluminará el camino de nuestra vida para alcanzar la salvación eterna. Pero cuando los hombres nos empeñamos en ver la “luz” con gafas de madera o simplemente no la aceptamos por soberbia, a Cristo no le queda otra más que respetar nuestra libertad.

Los fariseos vieron al ciego de nacimiento muchas veces antes de que fuese curado, pues si era mendigo lo más seguro es que estuviese a la puerta del templo. Pero, ¿por qué ahora le echan en cara de que es un farsante? ¿Por qué ahora no ven el milagro venido de Dios por ser realizado en sábado? Por soberbia y orgullo, por no considerarse como lo que realmente son, simples cables cuya función es la de transmitir la palabra de Dios.

A nosotros también nos puede entrar el pecado de la soberbia si no estamos atentos. Podemos ver signos evidentes de la presencia de Dios, de su amor en nuestra vida y no aceptarlos porque somos más ciegos que el ciego de nacimiento.

Por eso, hay que estar abiertos a la luz de la verdad que es Cristo y no cegarnos en nuestra soberbia. Aceptar a Cristo, aceptar su amistad y su amor, aceptar la verdad de sus palabras y creer en sus promesas; reconocer que su enseñanza nos conducirá a la felicidad y, finalmente, a la vida eterna. 



http://www.youtube.com/watch?v=sXuKIFjbA-g

La curación del Ciego (dibujos animados)

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