lunes, 28 de marzo de 2011

La curación del Ciego

Juan 9, 1-41
Al pasar, vio a un hombre ciego de nacimiento.  Sus discípulos le preguntaron: "Maestro, ¿quién ha pecado, él o sus padres, para que haya nacido ciego?". "Ni él ni sus padres han pecado, respondió Jesús; nació así para que se manifiesten en él las obras de Dios.  Debemos trabajar en las obras de aquel que me envió, mientras es de día; llega la noche, cuando nadie puede trabajar.  Mientras estoy en el mundo, soy la luz del mundo".



En aquel tiempo Jesús vio al pasar a un hombre ciego de nacimiento, escupió en tierra, hizo barro con la saliva, y untó con el barro los ojos del ciego y le dijo: 

«Vete, lávate en la piscina de Siloé» (que quiere decir Enviado). 
Él fue, se lavó y volvió ya viendo. 
Los vecinos y los que solían verle antes, pues era mendigo, decían: 
«¿No es éste el que se sentaba para mendigar?» 
Unos decían: 
«Es él». «No, decían otros, sino que es uno que se le parece». 
Pero él decía: 
«Soy yo». 
Lo llevan donde los fariseos al que antes era ciego. 
Pero era sábado el día en que Jesús hizo barro y le abrió los ojos.
Los fariseos a su vez le preguntaron cómo había recobrado la vista. Él les dijo: «Me puso barro sobre los ojos, me lavé y veo».
Algunos fariseos decían: «Este hombre no viene de Dios, porque no guarda el sábado». 
Otros decían: «Pero, ¿cómo puede un pecador realizar semejantes señales?» 
Y había disensión entre ellos. 
Entonces le dicen otra vez al ciego:
«¿Y tú qué dices de él, ya que te ha abierto los ojos?»
Él respondió: 
«Que es un profeta». 
Y dijo Jesús: 
«Para un juicio he venido a este mundo: para que los que no ven, vean; y los que ven, se vuelvan ciegos». 
Algunos fariseos que estaban con él oyeron esto y le dijeron: 
«Es que también nosotros somos ciegos?» 
Jesús les respondió: 
Si fuerais ciegos, no tendríais pecado; pero, como decís: 
"Vemos" vuestro pecado permanece».


Reflexión:


Cristo es la luz del mundo. No es el nombre de ninguna secta. Se trata de la luz verdadera que iluminará el camino de nuestra vida para alcanzar la salvación eterna. Pero cuando los hombres nos empeñamos en ver la “luz” con gafas de madera o simplemente no la aceptamos por soberbia, a Cristo no le queda otra más que respetar nuestra libertad.

Los fariseos vieron al ciego de nacimiento muchas veces antes de que fuese curado, pues si era mendigo lo más seguro es que estuviese a la puerta del templo. Pero, ¿por qué ahora le echan en cara de que es un farsante? ¿Por qué ahora no ven el milagro venido de Dios por ser realizado en sábado? Por soberbia y orgullo, por no considerarse como lo que realmente son, simples cables cuya función es la de transmitir la palabra de Dios.

A nosotros también nos puede entrar el pecado de la soberbia si no estamos atentos. Podemos ver signos evidentes de la presencia de Dios, de su amor en nuestra vida y no aceptarlos porque somos más ciegos que el ciego de nacimiento.

Por eso, hay que estar abiertos a la luz de la verdad que es Cristo y no cegarnos en nuestra soberbia. Aceptar a Cristo, aceptar su amistad y su amor, aceptar la verdad de sus palabras y creer en sus promesas; reconocer que su enseñanza nos conducirá a la felicidad y, finalmente, a la vida eterna. 



http://www.youtube.com/watch?v=sXuKIFjbA-g

La curación del Ciego (dibujos animados)

La resurreción de Lázaro

Juan 11, 1-45

En aquel tiempo, se encontraba enfermo Lázaro, en Betania, el pueblo de María y de su hermana Marta. 

María era la que una vez ungió al Señor con perfume y le enjugó los pies con su cabellera. El enfermo era su hermano Lázaro. Por eso las dos hermanas le mandaron a decir a Jesús: “Señor, el amigo a quien tanto quieres está enfermo”.
Al oír esto, Jesús dijo: “esta enfermedad no acabará en la muerte, sino que servirá para la gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella”. 
Jesús amaba a Marta, a su hermana y a Lázaro. Sin embargo cuando se enteró de que Lázaro estaba enfermo, se detuvo dos días más en el lugar en que se hallaba.
Después dijo a sus discípulos: “Vayamos otra vez a Judea”. Los discípulos le dijeron: “Maestro, hace poco que los judíos querían apedrearte ¿y tu vas a volver allá?” 
Jesús les contestó: “¿Acaso no tiene doce horas el día? El que camina de día no tropieza, porque ve la luz de este mundo, en cambio, el que camina de noche tropieza, porque le falta luz”. 
Dijo esto y luego añadió: “Lázaro, nuestro amigo, se ha dormido; pero yo voy ahora a despertarlo.” 
Entonces le dijeron sus discípulos: “Señor, si duerme, es que va a sanar”. 
Jesús hablaba de la muerte, pero ellos creyeron que hablaba del sueño natural. Entonces Jesús les dijo abiertamente: “Lázaro ha muerto, y me alegro por ustedes de no haber estado ahí, para que crean. Ahora, vamos allá”. 
Entonces Tomás, por sobrenombre el Gemelo, dijo a los demás discípulos: “Vayamos también nosotros, para morir con Él”. 
Cuando llegó Jesús, Lázaro llevaba ya cuatro días en el sepulcro. Betania quedaba cerca de Jerusalén, como a unos dos kilómetros y medio, y muchos judíos habían ido a ver a Marta y María para consolarlas por la muerte de su hermano. 
Apenas oyó Marta que Jesús llegaba, salió a su encuentro; pero María se quedó en casa. Le dijo Marta a Jesús: “Señor, si hubieras estado aquí , no habría muerto mi hermano. Pero aún ahora estoy segura de que Dios te concederá cuanto le pidas”. 
Jesús dijo: “Tu hermano resucitará”. 
Marta respondió: “Ya sé que resucitará en la resurrección del último día”: 
Jesús le dijo: “Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí, no morirá para siempre. ¿Crees tú esto? 
Ella le contestó: “Sí, Señor, creo firmemente que tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, el que tenía que venir al mundo”. 
Después de decir estas palabras, fue a buscar a su hermana María y le dijo en voz baja:”Ya vino el Maestro y te llama”. 
Al oír esto, María se levantó en el acto y salió hacia donde estaba Jesús, porque Él no había llegado aún al pueblo, sino que estaba en el lugar donde Marta lo había encontrado. 
Los judíos estaban con María en la casa, consolándola, viendo que ella se levantaba y salía de prisa, pensaron que iba al sepulcro para llorar ahí y la siguieron. Cuando llegó Mará adonde estaba Jesús, al verlo, se echó a sus pies y le dijo: “Señor, si hubieras estado aquí, no habría muerto mi hermano”. 
Jesús, al verla llorar y al ver llorar a los judíos que la acompañaban, se conmovió hasta lo más hondo y preguntó: “¿Dónde lo han puesto?” 
Le contestaron: “Ven, Señor, y lo verás”. 
Jesús se puso a llorar y los judíos comentaban: “De veras ¡cuánto lo amaba!”. Algunos decían: “¿No podía éste, que abrió los ojos al ciego de nacimiento, hacer que Lázaro no muriera?”. 
Jesús profundamente conmovido todavía, se detuvo ante el sepulcro, que era una cueva sellada con una losa. Entonces dijo Jesús: “Quiten la losa”. 
Pero Marta, la hermana del que había muerto, le replicó: “Señor, ya huele mal, porque lleva cuatro días”. 
Le dijo Jesús: “¿No te he dicho que si crees, verás la gloria de Dios?” 
Entonces quitaron la piedra. Jesús levantó los ojos a lo alto y dijo: “Padre, te doy gracias porque me has escuchado. Yo ya sabía que tú siempre me escuchas; pero lo he dicho a causa de esta muchedumbre que me rodea, para que crean que tú me has enviado”. 
Luego gritó con voz potente: “¡Lázaro, sal de ahí!”. 
Y salió el muerto, atados con vendas las manos y los pies, y la cara envuelta en un sudario. 
Jesús les dijo: “Desátenlo, para que pueda andar”. 
Muchos de los judíos que habían ido a casa de Marta y María, al ver lo que había hecho Jesús, creyeron en Él. 

La resurreción de Lázaro (dibujos animados)



















Resurrección de Lázaro - El hombre que hacía milagros 
http://www.youtube.com/watch?v=zDxr_xcqeA8&feature=related

viernes, 25 de marzo de 2011

martes, 22 de marzo de 2011

La samaritana


Lectura del santo evangelio según san Juan 4,5-42
En aquel tiempo, llegó Jesús a un pueblo de Samaría llamado Sicar, cerca del campo que dio Jacob a su hijo José: allí estaba el manantial de Jacob.
      Jesús, cansado del camino, estaba allí sentado junto al manantial. Era alrededor del mediodía. Llega una mujer de Samaría a sacar agua, y Jesús le dice:
+ Dame de beber.

C. (Sus discípulos se habían ido al pueblo a comprar comida).
      La Samaritana le dice:
S. ¿Cómo tú, siendo judío, me pides de beber a mí, que soy samaritana?

C. (Porque los judíos no se tratan con los samaritanos).
      Jesús le contestó:
+ Si conocieras el don de Dios y quién es el que te pide de beber, le pedirías tú, y él te daría agua viva.

C. La mujer le dice:
S. Señor, si no tienes cubo y el pozo es hondo, ¿de dónde sacas el agua viva?; ¿eres tú más que nuestro padre Jacob, que nos dio este pozo y de él bebieron él y sus hijos y sus ganados?

C. Jesús le contesta:
+ El que bebe de esta agua vuelve a tener sed; pero el que beba del agua que yo le daré, nunca más tendrá sed: el agua que yo le daré se convertirá dentro de él en un surtidor de agua que salta hasta la vida eterna.

C. La mujer le dice:
S. Señor, dame esa agua: así no tendré más sed, ni tendré que venir aquí a sacarla.

C. El le dice:
+ Anda, llama a tu marido y vuelve.

C. La mujer le contesta:
S. No tengo marido.

C. Jesús le dice:
+ Tienes razón, que no tienes marido: has tenido ya cinco y el de ahora no es tu marido. En eso has dicho la verdad.

C. La mujer le dice:
S. Señor, veo que tu eres un profeta. Nuestros padres dieron culto en este monte, y vosotros decís que el sitio donde se debe dar culto está en Jerusalén.

C. Jesús le dice:
+ Créeme, mujer: se acerca la hora en que ni en este monte ni en Jerusalén daréis culto al Padre. Vosotros dais culto a uno que no conocéis; nosotros adoramos a uno que conocemos, porque la salvación viene de los judíos. Pero se acerca la hora, ya está aquí, en que los que quieran dar culto verdadero adorarán al Padre en espíritu y verdad, porque el Padre desea que le den culto así. Dios es espíritu, y los que le dan culto deben hacerlo en espíritu y verdad.

C. La mujer le dice:
S. Sé que va a venir el Mesías, el Cristo; cuando venga él nos lo dirá todo.

C. Jesús le dice:
+ Soy yo: el que habla contigo.

C. En esto llegaron sus discípulos y se extrañaban de que estuviera hablando con una mujer, aunque ninguno le dijo: "¿Qué le preguntas o de qué le hablas?"
      La mujer, entonces, dejó su cántaro, se fue al pueblo y dijo a la gente:
S. Venid a ver un hombre que me ha dicho todo lo que he hecho: ¿será éste el Mesías?

C. Salieron del pueblo y se pusieron en camino adonde estaba él.
      Mientras tanto sus discípulos le insistían:
S. Maestro, come.

C. El les dijo:
+ Yo tengo por comida un alimento que vosotros no conocéis.

C. Los discípulos comentaban entre ellos:
S. ¿Le habrá traído alguien de comer?

C. Jesús les dijo:
+ Mi alimento es hacer la voluntad del que me envió y llevar a término su obra. ¿No decís vosotros que faltan todavía cuatro meses para la cosecha?. Yo os digo esto: Levantad los ojos y contemplad los campos, que están ya dorados para la siega; el segador ya está recibiendo salario y almacenando fruto para la vida eterna: y así se alegran lo mismo sembrador y segador.
      Con todo, tiene razón el proverbio: "Uno siembra y otro siega". Yo os envié a segar lo que no habéis sudado. Otros sudaron y vosotros recogéis el fruto de sus sudores.

C. En aquel pueblo muchos samaritanos creyeron en él por el testimonio que había dado la mujer: "Me ha dicho todo lo que he hecho"
      Así, cuando llegaron a verlo los samaritanos, le rogaban que se quedara con ellos. Y se quedó dos días. Todavía creyeron muchos más por su predicación, y decían a la mujer:
S. Ya no creemos por lo que tú dices, nosotros mismos lo hemos oído y sabemos que él es de verdad el Salvador del mundo.










Encuentro con la Samaritana (dibujos animados)



Encuentro con la Samaritana (pelicula)

sábado, 5 de marzo de 2011

miércoles, 2 de marzo de 2011

LAS TRES TENTACIONES EN EL DESIERTO


LAS TRES TENTACIONES EN EL DESIERTO
Evangelio según san Mateo 4:1-11
La tentación de Jesús es un episodio de la vida de Jesús narrado por el evangelista Mateo en el Nuevo Testamento (Mt 4, 1-11)
Jesús se dirigió al desierto, estando cuarenta días y cuarenta noches:
Jesús fue conducido del Espíritu de Dios al desierto, para que fuese tentado allí por el diablo. Y después de haber ayunado cuarenta días con cuarenta noches, tuvo hambre.
Y se le apareció el diablo y lo tentó:
Entonces, acercándose el tentador, le dijo: Si eres el Hijo de Dios, di que esas piedras se conviertan en panes. Más Jesús le respondió: Escrito está: No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.
Después de esto le transportó el diablo a la santa ciudad de Jerusalén, y le puso sobre lo alto del templo y le dijo: si eres el Hijo de Dios, échate de aquí abajo, pues está escrito: Que te ha encomendado a sus Ángeles, los cuales te tomaran en las palmas de sus manos para que tu pie no tropiece contra alguna piedra. Replicole Jesús:
También está escrito: No tentarás al Señor tu Dios.
Todavía le subió el diablo a un monumento muy encumbrado y mostróle todos los reinos del mundo y la gloria de ellos. Y le dijo: todas estas cosas te daré si, postrándote delante de mí, me adoras. Respondióle entonces Jesús: Apártate de ahí Satanás, porque está escrito: Adorarás al Señor Dios tuyo, y a él sólo servirás.
Después de esto, lo dejó el diablo:
Con esto le dejó el diablo; y he aquí que se acercaron los Ángeles y le servían.

Esto quiere decir en resumidas cuentas, que aquellos cuarenta días de desierto, ciertamente fueron ciertamente para Cristo tiempo de oración, de templar el ánimo y el corazón para todo lo que vendría para él en aquellos años de su vida pública: el dolor, el sufrimiento, la incomprensión, la soledad, la muerte misma, pero al fin, el triunfo, la gloria, la victoria, cuando después de tres días de muerto, el Padre le toma la Palabra, lo vuelve a la vida y lo coloca como Señor y centro de la historia de los hombres y del universo entero.



TRANSFIGURACIÓN DE JESÚS


TRANSFIGURACIÓN DE JESÚS
La transfiguración de Jesús, es un evento narrado en los evangelios según San Mateo,[1] San Marcos[2] y San Lucas.[3]
Estos pasajes bíblicos en lo particular resultan interesantes ya que describen a Jesús hablando con Moisés y Elías.
Evangelio según San Mateo 17:1-6

1 Seis días después, Jesús tomó a Pedro, a Santiago y a Juan, hermano de Santiago, y los llevó aparte a un monte alto; 2 y se transfiguró delante de ellos, y resplandeció su rostro como el sol, y sus vestidos se hicieron blancos como la luz. 3 Y he aquí les aparecieron Moisés y Elías, hablando con él.
4 Entonces Pedro dijo a Jesús: Señor, bueno es para nosotros que estemos aquí; si quieres, hagamos aquí tres enramadas: una para ti, otra para Moisés, y otra para Elías.
5 Mientras él aún hablaba, una nube de luz los cubrió; y he aquí una voz desde la nube que decía: Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia a él oíd.
6 Al oír esto los discípulos, se postraron sobre sus rostros, y tuvieron gran temor.

A partir de ahí los apóstoles que no creían en él lo hicieron




VIA CRUCIS


VIA CRUCIS
Viacrucis o vía crucis[1] significa «camino de la cruz» y se refiere a las diferentes etapas o momentos vividos por Jesucristo desde el momento en que fue aprehendido hasta su crucifixión y sepultura.
También conocido como "Estaciones de la Cruz" y "Vía Dolorosa".
Se trata de un acto de piedad, un camino de oración que busca con la meditación de la pasión y muerte de Jesucristo en su camino al Calvario.
El camino se representa con una serie de catorce (14) imágenes de la Pasión o "Estaciones" correspondientes a incidentes particulares, que Jesús sufrió por nuestra salvación basados en los relatos evangélicos y la tradición.
También se llama Viacrucis al de cruces que señalan un camino o una ruta donde se puede realizar este ejercicio piadoso.
·         Primera Estación: Jesús es condenado a muerte.
·         Segunda Estación: Jesús carga con la cruz.
·         Tercera Estación: Jesús cae por primera vez.
·         Cuarta Estación: Jesús encuentra a su santísima madre María.
·         Quinta Estación: Jesús es ayudado por Simón el Cirineo a llevar la cruz.
·         Sexta Estación: Verónica limpia el rostro de Jesús.
·         Séptima Estación: Jesús cae por segunda vez.
·         Octava Estación: Jesús consuela a las mujeres de Jerusalén.
·         Novena Estación: Jesús cae por tercera vez.
·         Décima Estación: Jesús es despojado de sus vestiduras.
·         Undécima Estación: Jesús es clavado en la cruz.
·         Duodécima Estación: Jesús muere en la cruz en medio de dos ladrones.
·         Decimotercera Estación: Jesús es descendido de la cruz y puesto en brazos de María, su madre.
·         Decimocuarta Estación: Jesús es sepultado en el sepulcro.


PENTECOSTES


PENTECOSTES
Pentecostés (el quincuagésimo día) describe la fiesta del quincuagésimo día después de la Pascua (Domingo de Resurrección) y que pone término al tiempo pascual.
Durante Pentecostés se celebra el descenso del Espíritu Santo y el inicio de la actividad de la Iglesia, por ello también se le conoce como la celebración del Espíritu Santo. En la liturgia católica es la fiesta más importante después de la Pascua y la Navidad.
En las narraciones sobre Pentecostés de Hechos de los Apóstoles (2,1 - 41) se le adjudica al Espíritu Santo, en congruencia con el Antiguo Testamento, características milagrosas (carismas): él ofrece valentía y libertad, posibilita la comprensión (glosolalia) y fortifica una comunidad universal.


Hechos 2:1-41

El Espíritu Santo Viene en Pentecostés

1
Al llegar el Día de Pentecostés, estaban todos reunidos en un mismo lugar.
2
Y de repente vino un estruendo del cielo, como si soplara un viento violento, y Llenó toda la casa donde estaban sentados.
3
Entonces aparecieron, repartidas entre ellos, lenguas como de fuego, y se asentaron sobre cada uno de ellos.
4
Todos fueron llenos del Espíritu Santo y comenzaron a hablar en distintas lenguas, como el Espíritu les daba que hablasen.
5
En Jerusalén habitaban Judíos, hombres piadosos de todas las naciones debajo del cielo.
6
Cuando se produjo este estruendo, se Juntó la multitud; y estaban confundidos, porque cada uno les Oía hablar en su propio idioma.
7
Estaban Atónitos y asombrados, y Decían: --Mirad, ¿no son galileos todos estos que hablan?
8
¿Cómo, pues, Oímos nosotros cada uno en nuestro idioma en que nacimos?
9
Partos, medos, elamitas; habitantes de Mesopotamia, de Judea y de Capadocia, del Ponto y de Asia,
10
de Frigia y de Panfilia, de Egipto y de las regiones de Libia Más Allá de Cirene; forasteros romanos, tanto Judíos como prosélitos;
11
cretenses y árabes, les Oímos hablar en nuestros propios idiomas los grandes hechos de Dios.
12
Todos estaban Atónitos y perplejos, y se Decían unos a otros: --¿Qué quiere decir esto?
13
Pero otros, Burlándose, Decían: --Están llenos de vino nuevo.
14
Entonces Pedro se puso de pie con los once, Levantó la voz y les Declaró: --Hombres de Judea y todos los habitantes de Jerusalén, sea conocido esto a vosotros, y prestad Atención a mis palabras.
15
Porque éstos no Están embriagados, como Pensáis, pues es solamente la tercera hora del Día.
16
Más bien, esto es lo que fue dicho por medio del profeta Joel:
17
Sucederá en los últimos Días, dice Dios, que derramaré de mi Espíritu sobre toda carne. Vuestros hijos y vuestras hijas Profetizarán, vuestros Jóvenes Verán visiones, y vuestros ancianos Soñarán sueños.
18
De cierto, sobre mis siervos y mis siervas en aquellos Días derramaré de mi Espíritu, y Profetizarán.
19
Daré prodigios en el cielo arriba, y señales en la tierra abajo: sangre, fuego y vapor de humo.
20
El sol se Convertirá en tinieblas, y la luna en sangre, antes que venga el Día del Señor, grande y glorioso.
21
Y Sucederá que todo aquel que invoque el nombre del Señor Será salvo.
22
Hombres de Israel, Oíd estas palabras: Jesús de Nazaret fue hombre acreditado por Dios ante vosotros con hechos poderosos, maravillas y señales que Dios hizo por medio de él entre vosotros, como vosotros mismos sabéis.
23
A éste, que fue entregado por el predeterminado consejo y el previo conocimiento de Dios, vosotros matasteis Clavándole en una cruz por manos de inicuos.
24
A él, Dios le Resucitó, habiendo desatado los dolores de la muerte; puesto que era imposible que él quedara detenido bajo su dominio.
25
Porque David dice de él: Veía al Señor siempre delante de Mí, porque Está a mi derecha, para que yo no sea sacudido.
26
Por tanto, se Alegró mi Corazón, y se Gozó mi lengua; y aun mi cuerpo Descansará en esperanza.
27
Porque no Dejarás mi alma en el Hades, ni Permitirás que tu Santo vea Corrupción.
28
Me has hecho conocer los caminos de la vida y me Llenarás de Alegría con tu presencia.
29
Hermanos, os puedo decir confiadamente que nuestro padre David Murió y fue sepultado, y su sepulcro Está entre nosotros hasta el Día de hoy.
30
Siendo, pues, profeta y sabiendo que Dios le Había jurado con juramento que se Sentaría sobre su trono uno de su descendencia,
31
y viéndolo de antemano, Habló de la Resurrección de Cristo: que no fue abandonado en el Hades, ni su cuerpo vio Corrupción.
32
¡A este Jesús lo Resucitó Dios, de lo cual todos nosotros somos testigos!
33
Así que, exaltado por la diestra de Dios y habiendo recibido del Padre la promesa del Espíritu Santo, ha derramado esto que vosotros veis y Oís.
34
Porque David no Subió a los cielos, pero él mismo dice: El Señor dijo a mi Señor: "Siéntate a mi diestra,
35
hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies."
36
Sepa, pues, con certidumbre toda la casa de Israel, que a este mismo Jesús a quien vosotros crucificasteis, Dios le ha hecho Señor y Cristo.
37
Entonces, cuando oyeron esto, se afligieron de Corazón y dijeron a Pedro y a los otros Apóstoles: --Hermanos, ¿qué haremos?
38
Pedro les dijo: --Arrepentíos y sea bautizado cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para Perdón de vuestros pecados, y recibiréis el don del Espíritu Santo.
39
Porque la promesa es para vosotros, para vuestros hijos y para todos los que Están lejos, para todos cuantos el Señor nuestro Dios llame.
40
Y con otras muchas palabras testificaba y les exhortaba diciendo: --¡Sed salvos de esta perversa Generación!
41
Así que los que recibieron su palabra fueron bautizados, y fueron añadidas en aquel Día como tres mil personas.


ASCENSIÓN


ASCENSIÓN
El Día de la Ascensión es una fiesta cristiana que se celebra cuarenta días después del domingo de resurrección (durante el Tiempo pascual) y que conmemora la ascensión de Jesucristo al cielo en presencia de sus discípulos tras anunciarles que les enviaría el Espíritu Santo.
La doctrina cristiana sostiene comúnmente que Cristo ascendió en forma física al Cielo tras su Resurrección en presencia de sus Apóstoles.
Se entiende por "ascender al cielo" una unión física con Dios Padre y no una transformación espiritual del individuo como es habitual en las experiencias místicas de otras religiones.
Este aspecto del misterio pascual se relaciona con la importancia dada por la teología cristiana a la corporeidad, que la Palabra de Dios asumió en la Encarnación, que es glorificada en la Ascensión de Cristo a la derecha de Dios Padre y que los muertos recobrarán, de alguna manera, en la Resurrección del fin de los tiempos.

La ascensión de Jesús
Marcos 16, 19 / Lucas 24, 50-53

9 Dicho esto, los Apóstoles lo vieron elevarse,  y una nube lo ocultó de la vista de ellos.
10 Como permanecían con la mirada puesta en el cielo mientras Jesús subía, se les aparecieron dos hombres vestidos de blanco,
11 que les dijeron: "Hombres de Galilea, ¿por qué siguen mirando al cielo? Este Jesús que les ha sido quitado y fue elevado al cielo, vendrá de la misma manera que lo han visto partir".


LA PASCUA


LA PASCUA
La pascua «paso» designa a la máxima celebración de las religiones judía y cristiana.
La pascua cristiana tradicional dura 50 días desde el domingo de Pascua, el cual tiene fecha variable.
La Pascua de Resurrección es la celebración cristiana que conmemora la resurrección de Jesucristo.
La Ascensión (el ascenso de Jesús al cielo) se celebra 40 días después de Pascua, y Pentecostés (la venida del Espíritu Santo) 10 días después de la Ascensión.
El tiempo pascual o tiempo de Pascua designa, en la liturgia católica, las semanas que van desde el Domingo de Resurrección hasta el de Pentecostés.


DOMINGO DE RESURRECIÓN


DOMINGO DE RESURRECIÓN
El Domingo de Resurrección o Domingo de Gloria, los cristianos celebran la Resurrección de Jesucristo tras haber sido Crucificado.
Tiene lugar como culminación de la Semana Santa y en él se abre un nuevo período litúrgico: la Pascua de Resurrección.
El Domingo de Resurrección o de Pascua es la fiesta más importante para todos los cristianos, que conmemoran la Resurrección de Jesús, el hecho que da sentido a toda su religión.
Cristo triunfó sobre la muerte y con esto abrió las puertas del Cielo a los creyentes.
En la Misa dominical se recuerda de una manera especial.
Se enciende el Cirio Pascual que representa la luz de Cristo Resucitado y que permanecerá prendido hasta el día de la Ascensión, cuando se conmemora la subida de Jesús al Cielo.
Durante el período que ahora comienza, los cristianos recordarán la Resurrección y las sucesivas apariciones de Jesús a los apóstoles, a la Virgen y a las Santas Mujeres.
El tiempo en que Jesús, Resucitado ya y habiendo vencido a la muerte, permaneció aún en la Tierra.
En la Iglesia Católica, la principal ceremonia del día tiene lugar en su comienzo, en el tránsito entre el Sábado Santo y el Domingo de Resurrección, cuando se celebra la Vigilia Pascual, la principal ceremonia de cuantas celebra a lo largo del Año Litúrgico la Iglesia.
Se celebra en la madrugada del Sábado Santo al Domingo de Resurrección.
En la misma se da gran importancia al simbolismo de la Luz y se incluye una más extensa lectura de las Sagradas Escrituras. Es uno de los hechos más importantes de la Iglesia Católica.




SEPULTURA Y RESURRECCION 

Domingo de Resurrecció. El hombre que hacía milagros. 

Dios esta aqui(película).

SABADO SANTO


SABADO SANTO
El Sábado Santo es el segundo día del Triduo Pascual, que concluye el Domingo de Resurrección culminando así para los cristianos la Semana Santa.
Tras conmemorar el día anterior la muerte de Cristo en la Cruz, se espera el momento de la Resurrección.
Es la conmemoración de Jesús en el sepulcro y su Descenso al Abismo.
Una vez ha anochecido, tiene lugar la principal celebración cristiana del año: la Vigilia Pascual.
Este es el día de espera litúrgica por excelencia, de espera silenciosa junto al sepulcro que se manifiesta no sólo en la ausencia de celebraciones o símbolos visibles en las iglesias: el altar está desnudo, las luces apagadas.
Culmina con la Vigilia Pascual, ya anochecido el día.
Acontecimientos biblicos

Entre la noche del sábado y la madrugada del domingo, el santo sepulcro, y los soldados romanos que lo custodiaban, fueron testigo de la resurrección de Cristo.

Así Cristo celebra una Pascua Nueva, no ya la antigua que era el paso de la esclavitud a la libertad, sino el paso de la muerte a la Vida Eterna.

En las primeras horas del domingo las santas mujeres fueron al sepulcro para embalsamar el cuerpo de Cristo pero no lo encontraron. Más tarde, ellas y los discípulos vieron a Cristo resucitado.

Cristo había vencido a la muerte: ¡Si vivimos con Cristo, resucitaremos con El!




Sábado Santo: dolor en la espera


Durante el Sábado Santo la Iglesia permanece junto al sepulcro del Señor meditando en su Pasión y Muerte, y se abstiene de celebrar el sacrificio de la Misa, por lo que conserva el altar totalmente desnudo, las imágenes se cubren y los sagrarios están abiertos. No puede darse la Sagrada Comunión, hasta la Vigilia Pascual (“al caer el sol”).

Durante el día es importante recordar que Jesús compartió con nosotros a su madre para que acudamos a Ella en las alegrías y dificultades. Antes de morir y en presencia de María y Juan, Jesús expresó: “Madre, ahí tienes a tu hijo” “Ahí tienes a tu Madre”  (Jn. 19, 26-27).

Dar el pésame a la Virgen es unirnos en su dolor y sufrimiento por la Pasión y Muerte de Jesús. María es una mujer que acaba de perder a su hijo, todo su ser se ha sacudido por lo que ha visto en los días que acaban de pasar. Ver a su hijo en la Cruz. En el corazón de María había un gran dolor.

Por la noche se celebra la Vigilia Pascual durante la cual, además de bendecir el fuego, se prepara el Cirio Pascual, se bendice el agua y se encienden velas en señal del paso de la oscuridad a la luz con la Resurrección del Señor, fundamento de nuestra fe.

Después de la Vigilia solemne o espera nocturna de la resurrección, se desborda la alegría pascual que inunda los cincuenta días subsiguientes.

VIERNES SANTO


VIERNES SANTO
El Viernes Santo es una de las principales celebraciones del catolicismo. Este día se conmemora la Muerte de Jesús de Nazaret.
La Semana Santa llega a uno de sus días más trascendentales, en el que son numerosas las manifestaciones tradicionales de devoción popular por parte de los católicos.
En muchos lugares se conmemora el Viernes Santo con el rezo del Vía crucis.


¿Qué se conmemora el Viernes Santo?

Volvemos a vivir con Jesús su Pasión: la aprehensión, interrogatorios, flagelación, coronación de espinas y la crucifixión.

Este día recordamos la Pasión de Nuestro Señor: su aprehensión, los interrogatorios de Herodes y Pilato; la flagelación, la coronación de espinas y la crucifixión.

En aquel entonces, la crucifixión era la ejecución más cruel y degradante que se conocía. Un ciudadano romano no podía ser crucificado. La muerte sobrevenía después de una larga agonía.

Jesús en la cruz, con un sufrimiento físico y moral muy grande, fue capaz de perdonar a los que lo ofendieron.


Las “siete palabras" de Jesús son el testamento que nos deja al morir y emprender su partida al Padre:
• Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen.
• En verdad te digo, que hoy estarás conmigo en el paraíso.
• Mujer ahí tienes a tu hijo. Ahí tienes a tu Madre.
• Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?
• ¡Tengo sed!
• Todo está cumplido.
• Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu.

Desde la cruz, Jesús nos termina de dar su mensaje de amor y salvación dejándonos a su Madre y enseñándonos a perseverar hasta el final. El sacrificio de la cruz se vuelve a vivir en cada Eucaristía, por medio de ella, Jesús sigue vivo y permanece con nosotros.

El Viernes Santo lo conmemoramos con un Via Crucis solemne y con la ceremonia de la Celebración de la Pasión del Señor en la que se hace la adoración de la cruz.

El Triduo pascual: 

Se llama triduo pascual a los tres días formados por viernes, sábado y domingo.

Por la mañana del viernes de la Semana Santa, se realizó el juicio de Cristo.

Los jefes del pueblo lo presentaron a Pilato, y éste, después de mandarlo azotar, lo condenó a morir crucificado.

Después de caminar por la “Calle de la amargura”, Jesús salió de la Ciudad y llegó hasta el monte llamado Gólgota, Gabattá, Monte de la Calavera o Calvario, llamado así por ser lugar de suplicio.

Jesús fue crucificado hacia las 12 del día y permaneció en el suplicio hasta las 3 de la tarde, hora en que murió.

José de Arimatea hizo los trámites para obtener el permiso de bajar el cuerpo de Jesús. Con la ayuda de Nicodemo, el apóstol San Juan y algunas otras personas cercanas condujeron al sepulcro, un poco antes del atardecer, el cuerpo de Cristo.

Según las normas judías de la Pascua, estaba prohibido “trabajar” el viernes cuando el sol se ocultaba y daba inicio el sábado, día santo para los judíos.

Por esta razón las santas mujeres (María la madre de Cristo, María la de Cleofás, María Magdalena y las otras mujeres que les acompañaban) no tuvieron tiempo para embalsamar el cuerpo de Jesús.

Tuvieron que esperar hasta las primeras horas del domingo para regresar con los bálsamos de mirra al sepulcro.



Viernes Santo en la Pasión del Señor. Película El hombre que hacia milagros.

http://www.youtube.com/watch?v=cRh74n_JNis&playnext=1&list=PL6D8BF27B5453F0AF

Juicio y crucifixión (dibujos animados). 

JUEVES SANTO


JUEVES SANTO
El Jueves Santo, se celebra el jueves anterior al Domingo de Resurrección, en el transcurso de la Semana Santa cristiana. Es el primer día del Triduo Pascual.
En este día la Iglesia Católica conmemora la institución de la Eucaristía en la Última Cena de Jesús, y del Sacerdocio.

Lectura del santo evangelio según san Juan 13, 1-15

Antes de la fiesta de la Pascua, sabiendo Jesús que había llegado la hora de pasar de este mundo al Padre, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo.

Estaban cenando, ya el diablo le había metido en la cabeza a judas 1scariote, el de Simón, que lo entregara, y Jesús, sabiendo que el Padre había puesto todo en sus manos, que venía de Dios y a Dios volvía, se levanta de la cena, se quita el manto y, tomando una toalla, se la ciñe; luego echa agua en la jofaina y se pone a lavarles los pies a los discípulos, secándoselos con la toalla que se había ceñido.

Llegó a Simón Pedro, y éste le dijo:

- «Señor, ¿lavarme los pies tú a mí?»

Jesús le replicó:

- «Lo que yo hago tú no lo entiendes ahora, pero lo comprenderás más tarde.»


Pedro le dijo:

- «No me lavarás los pies jamás.»

Jesús le contestó:

- «Si no te lavo , no tienes nada que ver conmigo.»

Simón Pedro le dijo:

- «Señor, no sólo los pies, sino también las manos y la cabeza.»

Jesús le dijo:

- «Uno que se ha bañado no necesita lavarse más que los pies, porque todo él está limpio. También vosotros estáis limpios, aunque no todos.»

Porque sabía quién lo iba a entregar, por eso dijo: «No todos estáis limpios.»

Cuando acabó de lavarles los pies, tomó el manto, se lo puso otra vez y les dijo:

- «¿Comprendéis lo que he hecho con vosotros? Vosotros me llamáis "el Maestro" y "el Señor", y decís bien, porque lo soy. Pues si yo, el Maestro y el Señor, os he lavado los pies, también vosotros debéis lavaros los pies unos a otros; os he dado ejemplo para que lo que yo he hecho con vosotros, vosotros también lo hagáis.»





El lavatorio de pies



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